miércoles, 4 de marzo de 2009

POR LOS PASILLOS DE LA FERIA

Al recorrer los pasillos de la Feria del Libro me vino a la mente saber cómo a través del tiempo tantas y tantas personas han podido plasmar sus ideologías, sus pensamientos, conocimientos y hasta sus vidas enteras en pequeños montones de hojas que hoy conocemos como trasmisores del saber, o sea libros.

Si tan sólo pudiéramos imaginarnos todo lo que pudieron que pasar esos autores para que se viera su trabajo materializado en grandes obras literarias o de texto en las que las personas podemos apoyarnos para conocer nuevos mundos, ya sea de fantasía o de realidad.

Reportajes, novelas, enciclopedias, diccionarios, cuentos, poesías, tantos tipos de libros que podemos encontrar y de los cuales uno se siente frustrado de, en algunas ocasiones, no poder adquirir por falta de recursos económicos. Ya que si ponemos atención la Feria del Libro, viéndolo desde un punto de vista muy superficial y materialista, es como cualquier mercado en donde los comerciantes luchan porque sus mercancías sean las más apreciadas por el público, casi al mero estilo del ¡bara, bara! Muy propio de tianguis y mercados.

La gente busca, como lo podemos observar en cualquier central de abasto, satisfacer sus necesidades de la mejor manera, se persigue el mejor precio, mejor calidad y mejor satisfacción de compra. Sólo que con lo que ahí se comercializa es con la sabiduría, la inteligencia y la imaginación de un cúmulo de gente que ha logrado en el tiempo transmitir mediante un libro su vida misma.

Es muy gratificante ver cómo es que la gente se apasiona con las obras que en algún sentido cumplen sus expectativas, ya sea meramente académicas, de investigación o hasta el puro placer por la lectura. Sin embargo también es decepcionante ver cómo la mayoría de gente solamente va por obligación, tal vez una imposición escolar, ya que no aprecian el verdadero sentido que es estar frente a una obra maestra de la literatura, sea cual sea.

Aunque en lo personal asistí a la Feria del Libro por solicitud de un profesor considero que he llegado al momento en el que soy capaz de tomar mis propias decisiones, y si realmente no me hubiera interesado por el evento no hubiera ido, así de simple. Pero lo que sí me llena de coraje es ver cómo la mayoría de asistentes al recinto son gente joven a los cuales únicamente les interesa convivir con sus amigos y parlotear por los pasillos del Palacio de Minería, sin siquiera apreciar que frente a ellos se encuentran años de trabajo y dedicación. Y claro, no quiero culparlos a ellos, sino a los profesores que los mandan sin siquiera darles una explicación del porqué el interés de llevarlos a un lugar como ese.

La Feria no es un museo, ésta da la posibilidad de explorar los ejemplares, tocarlos, palparlos y de ser así comprarlos. No solamente hay que comprarlos y leerlos, hay que vivirlos. Esto lo digo ya que para desgracia mía, al estar en un estante de la feria alcancé a escuchar a un grupo de estudiantes que se peleaban por un ejemplar, pero lo peor fue que el pretexto para adquirirlo era que una de sus profesoras le subiría un punto a quien lo tuviera. ¡Qué decepción!

Profesores ¿qué están haciendo con sus alumnos? ¿Simples coleccionadores de ejemplares? ¿Acaso la intención no es leer?

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